El abogado que Pablo Zalaquett le ofreció a Carmen Aldunate para querellarse por el robo de dos de sus cuadros
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Cuando Pablo Zalaquett supo lo que le había ocurrido a su amiga Carmen Aldunate, fue a verla apenas pudo a su casa en Vitacura. Tomaron té y conversaron largamente de la vida de cada uno y del particular robo premeditado del cual la pintora había sido víctima hace unos días. Zalaquett decidió ayudarla, llamó al abogado Cristián Ruiz, miembro de su equipo de campaña, para que se pusiera a disposición de la pintora de forma gratuita y la ayudara a hacer la tramitación. Según explica el político, el próximo lunes van a presentar la querella en Tribunales y el caso también está siendo investigado por la PDI. Zalaquett agregó que este tipo de ayuda se la daría a cualquier habitante de la comuna que estuviera en una situación similar y lo necesitara, no exclusivamente a Aldunate.
El pasado viernes 24 de septiembre la pintora y dibujante chilena de 80 años recibió una visita en su casa en Vitacura, en donde tiene su taller. Un señor de unos 60 años, vestido con un traje que parecía recién comprado, llamado Jorge Jaime Antonio Rocco Ríos tocó el timbre preguntando por ella y desplegó una serie de nombres conocidos que le habían alentado a ir. Una vez adentro, el hombre se paseó por el taller, entregándole cariñosos elogios a la pintora y enumerando diversas galerías en donde había visto sus obras antes. Se decidió rápidamente a comprar dos cuadros, de los más costosos y le pidió un buen descuento para poder pagarlos. Carmen Aldunate, negoció con él y aceptó. El hombre le preguntó si podía pagar con un cheque para 15 días más y la artista accedió.
De ahí en adelante, todo pasó muy rápido, el comprador firmó el cheque, se lo entregó, Aldunate le ofreció ayuda para llevarse los cuadros al auto, el se negó, lo estaban esperando, tenía el auto estacionado en otra parte. En eso, relata ella, le sonó un segundo celular, -diferente al que tenía en la mano-, contestó rápido, dijo “sí,sí,sí”, tomó los cuadros y se fue de la casa. “Ahí fue cuando me di cuenta de varias cosas,” dice Aldunate. “Me dio un cheque de $8 millones de BancoEstado, su nombre era muy complicado, el rut era de 11 millones siendo que él era mayor, nunca se sacó la mascarilla, ni para tomarse el café, todo me empezó a sonar mal”, afirma. Decidió depositar mil pesos al número de cuenta que aparecía en el cheque y se dio cuenta que no coincidía ni la cuenta, ni la persona, ni el rut, todo era falso. “Son cuadros grandes que a mi edad no voy a poder hacer nunca más, me robó el tiempo, y eso duele”, dice Aldunate.